Y ahora, ¿quienes se apuntan para avanzar?
Ya conocemos la razón por la que Feijóo forzó al rey para una sesión de investidura sin posibilidad alguna de éxito. El candidato derrotado quería la tribuna del Congreso para afianzar su liderazgo en el PP, permanentemente amenazado por el sector más radical. De ahí la retahíla de descalificaciones dirigidas al presidente Sánchez.
Tras esta nueva utilización espuria de las instituciones por parte de la derecha, ha llegado la hora de la verdad. ¿Quiénes se apuntan para una nueva legislatura de avances en modernización, en derechos, en bienestar, en convivencia? ¿Y quiénes van a apostar por la frustración de las expectativas de la mayoría, haciendo repetir las elecciones?
Hay muchas razones para dar pronto inicio a la legislatura XV de nuestra democracia constitucional. La primera es el mandato claro de los españoles en las urnas del 23 de julio: se plantearon como un plebiscito entre el avance y el retroceso, entre la continuidad del gobierno de progreso y la derogación de sus logros. Los españoles eligieron avanzar, y a sus representantes nos corresponde cumplir la voluntad popular.
La legislatura XV constituye, a la vez, una oportunidad para afrontar desde una perspectiva de progreso los grandes retos estratégicos que tiene por delante nuestra sociedad: de la globalización sin perdedores a la convivencia del mundo rural y el mundo urbano; de la transición digital sin brechas a la transición ecológica justa; de la cualificación de los empleos a la dignificación de las prestaciones sociales; de la solución a la falta de viviendas al control de la inflación en los alimentos; de la igualdad de la mujer al atajo de la violencia machista; de los nuevos pasos en la integración europea al papel decisivo de España en la seguridad internacional…
Y, por si fueran pocas razones aún, baste comprobar lo que tenemos enfrente: una derecha parasitada por las ideas y las formas de los ultras. Lo venimos diciendo y cada día se confirma: el problema ya no es Vox, sino un PP dispuesto a seguir los atajos radicales en su acceso al poder, aplicando las recetas pre-racionales, negacionalistas, machistas y xenófobas desde las instituciones democráticas.
Si hoy tenemos presidentes de parlamentos, consejeros y concejales que se niegan a condenar la violencia machista, que cierran puntos violeta destinados a proteger a las mujeres, que censuran actividades culturales, que vetan políticas ambientales, que señalan a los menas como criminales, que derogan leyes de memoria y reivindican el franquismo, es porque el PP los eleva a esos puestos.
El PSOE está dispuesto para el encuentro, el diálogo y el acuerdo. A diferencia de lo que plantea la derecha, cuya experiencia democrática es reciente y frágil, los socialistas somos conscientes de que la acción de un gobierno surgido del acuerdo puede ir más allá de lo recogido en el programa electoral de nuestro partido o de cualquier otro. En eso consisten los acuerdos, en negociar, convenir y aplicar políticas que quizás no se hubieran aplicado en otro contexto.
Las condiciones que plantea el Partido Socialista son también de puro sentido común. Las políticas a acordar deben atender al interés general. Su definición debe ser coherente con los principios y la trayectoria de nuestra acción política. Y todo ha de enmarcarse dentro de los márgenes de la Constitución, porque la Constitución es el fundamento de nuestra democracia y de nuestras libertades.
No son límites arbitrarios, ni inesperados. Por tanto, aquello que evidentemente no responda al interés general, que no sea coherente con la senda transitada conforme a nuestros valores de progreso y convivencia, o que se sitúe fuera del marco constitucional, no puede formar parte de un acuerdo a suscribir por los socialistas. Es un margen muy amplio. Con límites claros, pero con mucho margen.
En relación a Cataluña, los socialistas hemos dado sobrada muestra durante los últimos cinco años de atender estas condiciones. Nadie ha apostado más fuerte que el presidente Sánchez y el PSOE por avanzar en el sentido del progreso y la convivencia, dentro de la Constitución. Una apuesta fuerte que ha servido a la derecha para cultivar irresponsablemente la animadversión, el enfrentamiento y el odio en una parte de la opinión pública.
El presidente Sánchez, y los socialistas con él, estamos dispuestos a seguir avanzando por esa senda de diálogo y entendimiento, con coherencia, con valentía, por la mejora de la convivencia, por el progreso económico, social y cultural en Cataluña y en el conjunto de España. Dentro de la Constitución. Y es que el marco de la Constitución también es amplio y generoso, cuando el propósito es el de la convivencia.
Para lo contrario, para retroceder, para reabrir enfrentamientos, para contribuir a la discordia, no se puede contar con el PSOE. Ni en Cataluña, ni en ningún otro territorio.
Queda tanto por hacer…
¿Quiénes se apuntan?