Japón hace frente a la presión inflacionista que sufre el país
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, ha anunciado este jueves un paquete de medidas de estímulo por valor de 17 billones de yenes (106.500 millones de euros) con el objetivo de aliviar la presión inflacionista en el país.
«En la situación actual, en la que el aumento de los salarios no está alcanzando al de los precios, es necesario apoyar temporalmente la renta disponible de la población», ha subrayado Kishida.
Según la cadena pública NHK y otros medios locales, el plan incluye reducciones en los impuestos sobre la renta y la vivienda de unos 40.000 yenes por persona (unos 250 euros), así como ayudas en metálico de 70.000 yenes (cerca de 438 euros) a los hogares con rentas bajas.
También se ampliarán las subvenciones a los carburantes y se destinarán fondos a promover las inversiones en sectores de alta tecnología, como la industria de los chips y el espacio.
MAYORES PREVISIONES DE INFLACIÓN
Esta misma semana, el Consejo de Política del Banco de Japón (BoJ) revisó al alza la inflación esperada para 2023 hasta el 2,8%, frente al 2,5% proyectado el pasado mes de julio.
De cara al próximo año, la entidad espera que los precios suban un 2,8%, nueve décimas más de lo anticipado previamente, mientras que para 2025 ha elevado su pronóstico una décima, hasta el 1,7%.
La institución ha asegurado que continuará con política monetaria de alivio cuantitativo y cualitativo (QQE) con control de curva de rendimiento con el objetivo de lograr su objetivo de inflación, fijado en el 2%.
En este contexto, el Banco de Japón decidió el pasado martes mantener su postura monetaria ultralaxa, con el tipo de interés de referencia en el -0,1%, aunque anunció un aumento de la flexibilidad en el control de la curva de rendimientos de los bonos.
Con la decisión del martes, la institución liderada por Kazuo Ueda volvió a refrendar el mismo tipo de interés que lleva aplicando desde enero de 2016, cuando se adentró en terreno negativo por primera vez en su historia.
El banco central nipón decidió además seguir comprando la cantidad que sea necesaria de bonos del Gobierno japonés (JGB) sin establecer un límite superior para que los rendimientos de la deuda pública nipona a 10 años se mantengan en torno al cero por ciento.
Sin embargo, anunció que aumentará la flexibilidad de su política de control de la curva de rendimientos de la deuda pública, fijando el límite superior del 1% para la rentabilidad del bono de Japón a 10 años como «referencia en sus operaciones de mercado».
De este modo, la institución seguirá comprando bonos soberanos de Japón con vencimiento a 10 años a «gran escala» y operaciones de mercado «ágiles» para continuar «pacientemente» con la relajación monetaria.