China acelera su revolución digital
China se apresta a digitalizar 100% su economía en tan sólo 10 años. La economía china, la segunda del mundo (18.6 billones/19% del PIB global) creció 5.2% anual en 2023, y se expandiría este año un porcentaje similar, con una tasa de crecimiento potencial de 5.5%.
Lo fundamental es que esto ocurre cuando por segundo año consecutivo el objetivo de la República Popular no consiste en la expansión nominal del producto, sino en la creación de “nuevas fuerzas productivas”, sinónimo de una “economía digital”, que es la digitalización completa de la manufactura y los servicios, y que está guiada en este momento por el despliegue pleno de la Inteligencia artificial (AI).
Esto sucede cuando el conflicto con EE.UU. acentúa hasta el extremo la puja por el dominio de la alta tecnología, y muestra a Washington apostando sistemáticamente a impedir o frustrar el protagonismo chino en las tecnologías de avanzada de la cuarta revolución industrial.
El total de la “economía digital” de la República Popular alcanzó a los 7 billones de dólares en 2022, que representa 40% del PIB, y que se expande 11.5% anual.
Lo que está haciendo China en síntesis es modificar en sus raíces la estructura de su crecimiento económico con el objetivo de transformar a la segunda economía del mundo en un sistema 100% digitalizado; y para ello se impone un plazo de 10 años.
Para eso tiene como punto de partida disponer de un sistema de Internet móvil de la 5ª Generación/5-G constituido por 887.000 estaciones 5-G de las que dependen 2.3 millones de unidades, lo que representa más de 60% del total mundial. De esta manera la República Popular asume que la competencia plena con EE.UU. ocurrirá verdaderamente a partir de 2035, cuando al igual que la norteamericana hoy su economía estaría plenamente digitalizada.
Un rasgo fundamental de la Inteligencia artificial es que está vinculada con la multiplicidad de objetos que integran la Internet de las Cosas, de modo que su contenido tiene siempre un carácter específico y determinado.
China tiene hoy 2.300 millones de equipos de Internet de las Cosas, lo que representa un auge de 30% en relación a 2022; y en el mundo la IoT tiene como tarea prioritaria la transformación de 20 principales industrias, que son entre otras el transporte, la infraestructura, los vehículos autónomos, las finanzas, el sistema educativo, y la Salud.
La Internet de las Cosas guiada y arrastrada por la Inteligencia artificial transforma a cada uno de estos “objetos” en fuentes de nuevos negocios que se convierten en “clusters” crecientemente estructurados incluso espacialmente a escala global.
En todos estos casos, la República Popular está destinada a ocupar el primer lugar por la magnitud de su economía, la segunda del mundo, y de su fuerza de trabajo: dispone de 827 millones de operarios, y entre ellos 240 millones con títulos universitarios o terciarios.
Por eso China domina el aspecto decisivo de la aplicación, debido a que en ella lo cuantitativo tiende a transformarse en cualitativo, lo que constituye el verdadero lenguaje histórico.
China compite en el mundo en su doble condición de gigantesca economía y de enorme mercado interno absolutamente integrado con el sistema global; y en este doble sistema tiene lugar el mayor proceso de “modernización” que ha conocido el mundo, esto es actualmente de la cuarta revolución industrial. De ahí que la República Popular, lo ha reiterado el presidente Xi Jinping en San Francisco, prevé importar 40 billones de dólares de bienes y servicios en los próximos 15 años, en una relación de 3 a 1 respecto a las exportaciones.
La estrategia fundamental de China en este periodo histórico consiste en la apertura sistemática de su economía y su sociedad al sistema global, y en especial al capitalismo más avanzado, arquetípicamente identificado con EE.UU. Esta estrategia de apertura es una invitación a participar del extraordinario proceso de la cuarta revolución industrial que lleva a cabo la República Popular.
El mercado chino, en síntesis, encabezado por unos 500 millones de integrantes de la clase media con ingresos comparables a los norteamericanos (35.000 / 45.000 dólares anuales) es una especie de mercado mundial.
Sucede algo semejante a lo que ocurrió con EE.UU. después del triunfo del Norte sobre el Sur en la Guerra Civil de 1861/1865 cuando el mercado norteamericano era equiparable al del resto del mundo sumado.
Es a este espectacular proceso histórico al que Xi Jinping convocó en San Francisco al capital extranjero a participar en gran escala, y en especial a las grandes transnacionales estadounidenses.
La prioridad para China es centrar estas grandes inversiones de capital transnacional en las nuevas industrias de alta tecnología con el objetivo de digitalizar 100% su economía en los próximos 10 años; y entonces competir e integrarse definitivamente con la economía norteamericana, la más avanzada del mundo.
Esto es lo que está en juego hoy en la República Popular; y el único inconveniente que ofrece la verdad histórica es la necesidad de comprenderla y ante todo de actuar.