El Thyssen invita a repensar la relación de la humanidad con la Tierra con la exposición ‘Terrafilia’
El Museo Nacional Thyssen‑Bornemisza inaugura este martes ‘Terrafilia. Más allá de lo humano en las colecciones Thyssen‑Bornemisza’, una muestra que permanecerá abierta hasta el 24 de septiembre. Organizada en colaboración con TBA21 Thyssen‑Bornemisza Art Contemporary, la exposición propone reconectar nuestra mirada con la Tierra, planteando una crítica al canon tradicional que siempre centró al ser humano, y explorando cinco siglos de creación artística desde perspectivas filosóficas, ecológicas y estéticas.
Romper el dualismo naturaleza‑cultura
Comisariada por Daniela Zyman (y según algunos enfoques también por Marina Otero Verzier), ‘Terrafilia’ confronta “la ruptura ontológica” establecida por la modernidad entre humanos y planeta, y sugiere rutas simbólicas y prácticas hacia la reparación y el cuidado compartido. La muestra articula un recorrido temático con preludio y seis capítulos (como cosmogramas, mundos simbióticos, arte de los sueños, relaciones extractivas y mitologías oceánicas) que invitan a reflexionar sobre formas de habitar la Tierra desde lo mítico, lo racional y lo espiritual.
Obras que dialogan a través de generaciones
En la exposición se reúnen casi un centenar de obras procedentes de la colección Thyssen, la Carmen Thyssen y la contemporánea TBA21, abarcando cuatro generaciones de una misma familia coleccionista. Desde paisajes clásicos de Brueghel o Kandinsky hasta piezas contemporáneas de Diana Policarpo o Rashid Johnson, se construye un relato en pluralidad que rescata narrativas históricas sobre colonialismo, explotación de recursos y violencia ecológica.
Experiencias inmersivas y programa público
Además del recorrido visual, la exposición ofrece un diseño espacial envolvente —obra de Marina Otero Verzier y Andrea Muniáin Perales— que favorece ambientes inmersivos. En septiembre se desarrollará el festival Terrafilia, con actividades como charlas, performances y conciertos para profundizar en las posibilidades de imaginar una “nave‑mundo” compartida desde una ecología afectiva y política.