El verano ya llegó, ya llegó…

El verano astronómico de 2025 comienza con calor anticipado y expectativas altas
El verano astronómico ya está en marcha. Este año, el solsticio se produjo en la madrugada del sábado 22 de junio, exactamente cuando el sol alcanzó su punto más alto en el hemisferio norte. Ese instante marca el comienzo oficial de la estación cálida desde una perspectiva astronómica, aunque en la práctica muchos ya lo sentían desde días antes: las temperaturas elevadas se habían adelantado y buena parte del país vivía un episodio de calor atípico para el mes de junio.
Una estación regida por el movimiento celeste
A diferencia del verano meteorológico —que comienza el 1 de junio por convención climática—, el verano astronómico se rige por la posición del planeta respecto al sol. Es en el solsticio cuando el eje de rotación de la Tierra se inclina más directamente hacia nuestra estrella, lo que se traduce en el día más largo y la noche más corta del año.
Este fenómeno ocurre una vez cada doce meses, entre el 20 y el 22 de junio, y marca el inicio de una estación que este año se prolongará hasta el 22 de septiembre, con una duración total de 93 días y 16 horas. Durante ese tiempo, el sol irá perdiendo altura en el cielo de forma gradual, y con él disminuirán también las horas de luz. Pero no el calor.
Un calor que llega con retraso
Aunque pueda parecer contradictorio, el momento de mayor irradiación solar no coincide con los días más calurosos. Existe un desfase térmico natural que explica por qué el calor extremo suele producirse semanas después del solsticio. La atmósfera, los suelos y sobre todo los océanos acumulan energía solar de forma progresiva, lo que provoca que julio y agosto —no junio— sean los meses más duros desde el punto de vista térmico.
El verano empieza cuando el sol llega más alto, pero el calor llega cuando la tierra ha tenido tiempo de absorberlo. Este fenómeno, conocido como inercia térmica, es responsable de que muchas personas asocien el verdadero inicio del verano a las olas de calor más que al calendario astronómico.
Se espera un verano más cálido de lo habitual
Las previsiones para el verano de 2025 apuntan con claridad hacia un escenario más cálido de lo normal. Las agencias meteorológicas internacionales coinciden en que habrá una alta probabilidad —por encima del 70 %— de que las temperaturas superen los valores medios en gran parte del sur y el este de Europa, incluyendo la península ibérica. Aunque aún no se puede saber con certeza si batiremos récords históricos, lo más probable es que vivamos varios episodios de calor intenso, con temperaturas que podrían superar los 40 °C en el interior peninsular durante julio y agosto. Las noches tropicales (por encima de 20 °C) y tórridas (por encima de 25 °C) también serán más frecuentes, especialmente en las grandes ciudades y zonas costeras.
¿Y las lluvias? Tormentas puntuales, pero poco alivio
En cuanto a las precipitaciones, el pronóstico sugiere una ligera disminución de las lluvias estivales. Sin embargo, esto no implica ausencia total de agua: los episodios de tormenta seguirán ocurriendo, sobre todo en áreas montañosas o en el este peninsular, donde el calor y la humedad acumulada pueden generar fenómenos intensos en poco tiempo.
El patrón clásico de las tardes veraniegas con tormentas breves pero potentes, especialmente en la mitad norte, seguirá presente. Eso sí, no compensará la tendencia general a la sequedad, por lo que el riesgo de incendios forestales será elevado en amplias zonas del país.
Una estación de extremos y contrastes
El verano astronómico no solo es la época más luminosa del año, sino también la más contrastada. A medida que el sol va cediendo terreno y las sombras se alargan, el calor sigue apretando, a veces hasta bien entrado septiembre. Esa contradicción entre la curva solar descendente y la curva térmica ascendente forma parte de la compleja danza estacional que rige nuestros ritmos vitales.
Mientras tanto, la naturaleza responde: las cigarras aparecen, los árboles ajustan sus ciclos de floración y los seres humanos adaptamos horarios, rutinas y hábitos a una realidad térmica que cada vez parece más exigente.
Para muchos, el verano sigue siendo la estación más esperada: tiempo de vacaciones, encuentros, viajes y festivales. Pero también se está convirtiendo, año tras año, en un reto climático que exige preparación, resiliencia y adaptación. Frente a olas de calor, escasez de agua o riesgos medioambientales, la conciencia colectiva se hace más urgente.
El verano astronómico de 2025 no será una excepción. Brindará, sin duda, días largos, cielos despejados y tiempo para la contemplación. Pero también requerirá prudencia, atención y una mirada crítica sobre el impacto humano en un clima cada vez más cambiante.