Aprender a gestionar la soledad el reto del siglo XXI
El siglo XXI ha sido denominado el siglo de la soledad, un fenómeno impulsado por el creciente individualismo, la industrialización y el aumento de la esperanza de vida. Estos factores han debilitado las redes comunitarias, generando situaciones de soledad en todas las etapas de la vida, aunque con mayor impacto en las personas mayores. Para afrontar este reto, hace 10 años nació el programa Siempre Acompañados de la Fundación ”la Caixa”, una iniciativa pionera que busca acompañar y empoderar a las personas mayores de 60 años, haciéndolas protagonistas de su proceso de envejecimiento.
En 2024, más de 2.900 personas en situación de soledad participaron en el programa, y el 70 % de ellas percibieron una mejora en su estado emocional, según un reciente estudio. El programa aborda las transiciones vitales que suelen precipitar la soledad, como la jubilación, las pérdidas afectivas y los problemas de salud que aparecen con la edad. Para Javier Yanguas, director científico del programa, es fundamental aprender a gestionar estas transiciones para minimizar los sentimientos de soledad.
La soledad en la vejez también está determinada por factores individuales, como la movilidad y la capacidad cognitiva, y por factores colectivos, relacionados con las relaciones sociales, según la doctora Camino Oslé, experta en gerontología. En este contexto, iniciativas como Siempre Acompañados son esenciales para fomentar una vida digna y activa en las personas mayores, ayudándolas a construir redes de apoyo y fortaleciendo su integración en la comunidad.
Las mujeres están más solas
La perspectiva de género es clave para entender la soledad, ya que afecta más a las mujeres mayores debido a su mayor esperanza de vida. Según el IMSERSO, el 70 % de las personas en residencias son mujeres. La soledad suele intensificarse cuando su rol como cuidadoras termina, ya sea al quedar viudas o tras la partida de los hijos, especialmente si no han construido una red social propia.
El aislamiento social también se ve agravado por la pérdida de redes vecinales y espacios comunitarios, como zonas verdes en las ciudades, según Isabel Cabrera, investigadora de CUIDEMOS. Además, el individualismo de la sociedad actual reduce la calidad de las relaciones personales, como señala Marino Pérez en su libro El individuo flotante. Para combatir esta situación, es esencial fomentar la implicación comunitaria y restablecer los lazos sociales en la vejez.
Autoestereotipos de la vejez: interiorizar el edadismo
El edadismo, interiorizado a lo largo de la vida, genera una visión negativa de la vejez que afecta la salud física y psicológica. Según Isabel Cabrera, personas mayores de 60 años, aunque sanas y autónomas, asumen estereotipos que les hacen dudar de sus capacidades, lo que puede derivar en dependencia, síntomas depresivos y deterioro cognitivo.
Muchas personas mayores no expresan su soledad al considerarla una parte natural de envejecer, pero ignorar estas emociones dificulta buscar ayuda. Además, el estigma de la soledad como fracaso personal y la «tiranía de la felicidad» agravan el problema, al imponer una obligación de aparentar felicidad incluso frente a malestares.
En la jubilación, la pérdida de rol laboral y utilidad puede generar un vacío existencial, aunque socialmente se idealice como una etapa de disfrute. Algunos mayores ocultan su malestar por la presión de mantener una imagen de felicidad, señala el psicólogo Marino Pérez.
Es urgente dejar de vivir de espaldas a la vejez
La vejez contrasta con una sociedad que idealiza la juventud como sinónimo de bienestar. Francesc Torralba destaca que el arquetipo social promueve una imagen de personas jóvenes, esbeltas, sanas y ricas, relegando lo que no encaja a la penumbra, a pesar de que la vulnerabilidad es inherente a la condición humana.
El desafío, según Marino Pérez, es enseñar a las nuevas generaciones a envejecer y enfrentar la soledad, que no siempre es negativa. Joan-Carles Mèlich diferencia la soledad del abandono, que implica sentirse irrelevante para los demás.
Camino Oslé subraya la importancia de ver la vejez con ilusión y prepararse para ella: conocer la realidad de las personas mayores ayuda a afrontar el envejecimiento con herramientas que permitan vivir plenamente cada día, más allá de la cantidad de años vividos.