La agricultura de EE.UU se adelanta al futuro
El agro norteamericano adelanta el futuro con rapidez. La actividad se concentra cada vez más en el pleno despliegue de la nueva Revolución Industrial bajo la forma de Internet y de la robotización.
El principal freno a la expansión de la economía norteamericana (26.9 billones/25% del PIB global) es la carencia de una fuerza de trabajo suficiente que disponga de los niveles de alta calificación que requiere el pleno despliegue de la nueva Revolución Industrial.
Así, el año pasado, la Asociación Nacional Manufacturera de EEUU informó que las compañías estadounidenses tienen ofrecidos al mercado más de 6 millones de puestos de trabajo que no han sido cubiertos; y la razón es que no existe personal suficientemente calificado para ocuparlos.
Exactamente lo mismo ocurre con el agro norteamericano, que según la Universidad de Purdue, que es el principal centro de estudios agrícolas de EE.UU, más de 40% de sus puestos de trabajo no son ocupados cada año.
A su vez, esto ha modificado el papel productivo de los farmers, al igual que las exigencias de su formación; y este sector crucial del agro estadounidense, alcanza hoy a menos de 900.000 emprendedores.
Estos cambios modifican también la formación de los “farmers”, lo que hace que en las escuelas de negocios proliferen las especialidades agrícolas, pero ya no forman simplemente agrónomos, sino empresarios de avanzada dotados de una visión global de los negocios. Esto significa que el provincianismo y la visión puramente técnica de los estudios agrícolas se ha extinguido para siempre.
Esta extraordinaria mutación coincide (y tiene fundamento) en un aumento fenomenal del precio de la tierra agrícola, en especial en los grandes estados del Medio-Oeste (Kansas, Iowa, Nebraska, Illinois, entre otros).
De esta manera, la Universidad de Purdue ha señalado que el total de las tierras agrícolas estadounidenses estaban valoradas en 1.800 millones de dólares en 2008, subieron a 7.400 millones de dólares en 2020, y alcanzaron a 16.600 millones en 2023; y a este ritmo la tierra agrícola podría alcanzar un valor de 35.000 ó 40.000 millones en 2030 o más.
El resultado de esta situación es que el agro estadounidense, y los “farmers” en primer lugar, se ha volcado en masa a la automatización de sus tareas; y lo primero que se ha automatizado son los tractores y las máquinas cosechadoras que ya no necesitan conductores.
Por eso, la tendencia es ahora que el eje de la producción agroalimentaria no esté ya en los campos, sino en los tableros de control digital.
La segunda tendencia que surge de esta mutación histórica es que la fuerza de trabajo que necesita el agro es ahora menos del 20% que en la etapa previa.
Este reducido porcentaje exige un altísimo nivel de calificación. Esta etapa demanda ante todo una inteligencia conceptual de carácter sistemático.
De esta manera, el agro estadounidense se concentra cada vez más en el pleno despliegue de la nueva Revolución Industrial bajo la forma de Internet y de la robotización (o automatización), ambas híper-potenciadas por la explosión de la Inteligencia artificial en lo últimos 5 años.
De ahí que se requiera que la fuerza de trabajo agrícola aprenda a pensar de una manera global, científica, y tecnológica, que es la divisa que guía ahora los estudios agroalimentarios en EE.UU, una vez que la antigua disciplina agronómica, esencialmente técnica, se convierte cada vez más en una actividad del pasado.
Conviene recordar que la cultura norteamericana, que es la expresión de una civilización de frontera, es eminentemente práctica y comercial y nada tiene de utópica. En su fundamento es un sistema de logros en tiempo presente, que apuesta a la prosperidad y las ganancias.
Sucede que EE.UU adelanta el futuro, porque es el país del mundo donde el futuro llega primero.
Todas y cada una de estas tendencias son válidas para el resto del mundo…