Alberto Olmos: «Por la obsesión con el físico, las mujeres acaban viendo su cuerpo como trozos de un puzle»

9 Sep 2024 por Redacción Irispress

El escritor y columnista segoviano Alberto Olmos, autor del ensayo filosófico ‘Tía buena’, ha advertido de que por la «obsesión con el físico», las «mujeres, a diferencia de los hombres, acaban viendo su cuerpo como trozos de un puzle», lo que luego se plasma en prácticas como las ejecutadas en el mundo del cine.

Todo ello lo abordará en el XIX Hay Festival que se celebra en Segovia del 12 al 15 de septiembre, donde debatirá sobre feminismo y belleza y ahondará en la investigación que llevó a cabo para elaborar su ensayo.

En concreto, en el marco de este evento que programa diversas conversaciones protagonizadas por referentes en la literatura, arte, performance, ciencia, música y otras disciplina, Olmos ahondará en la relación entre el cine y este «troceamiento» de los cuerpos y las escenas de «perfil erótico».

Sobre lo primero, el escritor ha explicado que a la hora de elaborar su ensayo, para el que realizó una amplia investigación, descubrió que precisamente la obsesión con el físico hacía que las mujeres «viesen su propio cuerpo como partes», mientras los hombres no tienen una visión «tan clara» de estas partes.

Y «tirando del hilo», se enteró de que el cine muchas veces las actrices utilizaban dobles de cuerpo, como fue el caso de Julia Roberts en ‘Pretty woman’, donde las piernas son de otra intérprete, o las escenas de la ducha en ‘Psicosis’, donde el cuerpo no es siempre el de Janet Leigh, ha apuntado.

«Me pareció muy curioso todo esto del troceamiento del cuerpo», ha manifestado el escritor, quien también ha señalado que hay actrices que «acaban siendo denominadas con partes de su cuerpo» o famosas por ellas.

En este sentido, ha puesto de ejemplo a la intérprete Sydney Sweeney, famosa por la serie ‘Euphoria’, quien es «muy buena actriz, y tiene buenas películas dramáticas puras», pero quien, a juicio de Olmos, «no puede desatender que si no tuviera ese atractivo puntual, no le harían tanto caso a las revistas y no sería tan popular, y entonces no cobraría tanto por hacer películas» y estas «no se verían tanto».

Todo ello se enmarca en la relación la apariencia y la belleza con el éxito en distintos aspectos, algo que Olmos ha indagado para su ensayo, un trabajo que surgió cuando se preguntó «cómo sería ser esa chica que a los hombres resulta tan atractiva» que estos «normalmente no ven más allá».

«Es como una nebulosa de atracción, de narcótico», ha indicado al respecto, para explicar que empezó su labor preguntando a mujeres y recurriendo a otros ensayos sobre la materia, entre los que destaca ‘El mito de la belleza’, de Naomi Wolf, del que diferencia su ensayo porque él lo trata desde otro punto de vista, el masculino.

Sobre la obra de Wolf, le ha llamado la atención que establecía un recorrido en el mundo de la belleza desde la aparición del cine, en la publicidad y la fotografía, sin presencia de Internet por la época, por lo que para la autora «las revistas eran lo que habían destrozado a las mujeres, su independencia y su empoderamiento».

Ante ello, se ha preguntado cuál sería la reacción de Wolf al ver ahora en Instagram o TikTok el «bombardeo de chicas bailando monas». «Es muchísimo más apabullante que una simple revista que tenía una tirada de 100.000 ejemplares y que llegaba a la gente que la compraba», ha advertido.

«El capital erótico»

Asimismo, ha destacado que en su obra Wolf también «sentaba unas bases muy interesantes sobre la relación del capital erótico femenino con el trabajo» y hablaba de esa pareja laboral en la que «él representa la experiencia o el talento y ella la belleza».

«Hablaba de los años 60 o 70, pero eso sigue hoy vigente. Como vemos todos, en una pareja que presenta un telediario o un concurso, ella tiene que ser joven y guapa, y él puede ser un tío muy contratractivo, pero muy gracioso, o muy viejo, pero con una especie de un mito de la televisión», ha detallado.

Olmos no solo se sumergió en la obra de Wolf, si no también en otras, todo ello a lo largo de un año y ocho meses, más que lo que suele dedicar a un libro. Y es que, abordó múltiples direcciones, también relacionadas con la política, un ámbito en el que llegó a preguntarse «por qué todas las políticas españolas emergentes de los últimos son atractivas» o «por qué todos los presentadores de televisión, incluidas las de los canales de televisión que se dicen más feministas o más progresistas, inexcusablemente son chicas muy por encima de la media en cuanto a atractivo».

Redes sociales, «dañinas»

Por otro lado, el escritor ha plasmado en su obra el efecto de las redes sociales, entre ellas Instagram, donde halló un mensaje para la gente menor de 20 años «de una simpleza muy antigua»: «Las chicas tienen que estar muy guapas y conseguir al chico con dinero. Todos los reels que me salían eran sobre eso».

En este sentido, ha precisado que lo que veía eran «chicas guapas asociadas con el lujo», mientras el contenido que hallaba para los jóvenes eran sobre «cómo hacerse rico, cómo emprender, cómo mostrar confianza o cómo conseguir a las chicas guapas».

«Es tremendamente básico. Creo que Facebook reconoció no hace mucho que Instagram hacía polvo psicológicamente a los adolescentes», ha avisado en este sentido, para alertar el efecto «particularmente daniño» que tiene esta red social.

El escritor cree que «educar» al respecto puede «no valer para nada» ante esta situación y ha aseverado que «hay una fuerza biológica tremenda» por la que «las mujeres, por el hecho de serlo, probablemente tienen una inclinación mayor a mostrarse» para «hacer emerger una serie de candidatos», mientras los hombres «están biológicamente programados para dejarse cautivar y mirar».

«Son pulsiones naturales que no le veo mucha posibilidad de cortar, pero sí se puede mitigar su condición más enfermiza si la gente no tienen que usar redes sociales ni móviles», ha agregado.

Por otro lado, ha lamentado que las redes sociales crean a las jóvenes una necesidad de «cirugía estética, maquillaje y ropa» que deriva de una «falsificación» de la propia persona, que ya se exhibe en redes como Instagram con los filtros.

Todo ello enlaza con la relación entre belleza y éxito, una cuestión en la que se plantean dos «vertientes», la de aprovechar la belleza para «conseguir llamar la atención sin ningún escrúpulo» y la de no hacerlo al considerarse «indigno», ha ahondado.

«Hay distintas visiones de si el capital erótico debe emplearse como emplearía uno la red de contacto de la familia o sus habilidades sociales, o debe uno, una sobre todo, pensar que eso no puede ser lo que caracterice la identidad de las mujeres», ha expuesto.

Por último, Olmos ha reconocido que ve «muy complicado» que la sociedad pueda separar el «valor social del valor físico» debido «a la falsificación que ha promovido Internet» y pese a «todo el feminismo de los últimos años».

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