Tengo miedo. Mucho
Qué debemos hacer cuando la turba se moviliza por causas impostadas, que han sido prefabricadas exclusivamente para hacernos reaccionar desde el estómago, con urgencias artificiales para que tu cabeza no pueda procesarlas siquiera.
Qué debemos hacer en este mundo “hooligan” donde los hechos son buenos o malos, válidos o intolerables, en función exclusivamente de lo que me dicten los líderes a los que sigo.
Qué debemos hacer en un mundo en el que el raciocinio es una palabra inútil y, en cualquier caso, desconocida; porque reaccionaré en función de lo que defienda mis iguales, no seré yo quien se señale. Cómo destacarme defendiendo un día argumentos considerados lícitos por los “míos” y al día siguiente contradiciéndolos, aunque realmente así lo crea.
En qué momento defender la vida de los que huyen, de los que malviven o de los necesitados me convirtió en un rojo izquierdista y extender esa defensa a la vida de los no nacidos me convierte en un facha. Como si defender la vida tuviese ideología.
Por qué tenerles miedo a las derivas ultraderechistas de algunos políticos me devuelve al rojo y temer los desvaríos mesiánicos de los políticos del otro espectro me convierte en fascista.
Por qué pensar y decir que mi ciudad está a la deriva y sin un proyecto relevante desde hace años, como así creo, me convierte en un ser despreciable por todos al ser esa deriva fruto de gobiernos de ambos espectros políticos.
¿De verdad es este el mundo que viene? ¿De verdad soy un ser peligroso por defender la vida de los que están siendo masacrados en Palestina desde la creencia de que una execrable acción terrorista no legitima un genocidio?
¿Podré salir en el futuro a la calle, sin necesidad de guardarme las espaldas, por decir que algunos líderes democráticos, y con responsabilidades de gobierno en algún caso, deberían estar encerrados y tratados por profesionales de la salud mental? ¿Por decir la obviedad de que Franco fue un cruel dictador de la misma manera que hoy lo es Maduro?
Tengo miedo. Mucho. Miedo a los extremismos, miedo porque veo que el mundo que viene se parece demasiado al que supuestamente dejamos atrás hace más de ochenta años. Las señales están ahí, las vemos a diario, y no hacemos nada. Cada uno se colocó en una trinchera dejándonos a algunos (que, curiosamente, tengo la sensación de que somos la mayoría) en el desconcertante territorio de la periferia.
Ya estamos en guerra, una guerra civil globalizada. Aún no salieron los fusiles a escena, pero no tardarán en aparecer si no hacemos nada. Lo peor es que esta guerra que vendrá no generará exiliados, sencillamente porque no quedará ningún rincón en el mundo al que poder huir.