El 96% de las personas atendidas por Cruz Roja en situación de trata son migrantes
El 96% de las personas atendidas por Cruz Roja en situación de trata son migrantes. De ellas, el 70% se encuentran sin permiso de estancia y trabajo en el país y algo menos del 20% son solicitantes de protección internacional, según ha dado a conocer este lunes la ONG.
Con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas, que se celebra el 30 de julio, la organización ha indicado que más del 80% de las personas atendidas son mujeres. En concreto, ha acompañado a un total de 1.284 mujeres que atravesaban por situaciones de trata y explotación: 692 mujeres en situación de trata sexual, 87 mujeres en trata mixta, 35 en trata laboral, junto a las 470 mujeres en explotación sexual.
En los casos de trata, la ONG ha destacado que las mujeres y niñas representan el 63% de las personas atendidas por Cruz Roja en todas sus finalidades de explotación. «Las mujeres en situación de trata se enfrentan a múltiples violencias machistas, lo que aún más necesario la implementación del enfoque de género interseccional», ha subrayado.
En este contexto, ha alertado de que «las redes sociales suponen una herramienta muy poderosa para los tratantes, que se aprovechan de la accesibilidad y el anonimato que proporcionan para atraer a sus víctimas».
También preocupan a Cruz Roja los casos de trata laboral, un tipo de trata que está «infradetectada» y que, según ha apuntado, afecta especialmente a sectores como la agricultura y el servicio doméstico, donde las víctimas están más aisladas y sufren de mayor invisibilización y ciertos comportamientos discriminatorios.
«La infancia migrante es altamente vulnerable a la trata, especialmente en los casos de niñas y niños que llegan a Europa no acompañados. Se estima que un millón de niñas y niños se encuentran en situación de trata con fines de explotación sexual en el mundo, de los que dos de cada tres menores son niñas», ha manifestado, para después añadir que, en España, los datos del Ministerio del Interior muestran que en 2023 se identificaron 20 casos de menores de edad, lo que implica un alto número de niñas y niños no identificados.
Migración y violencia continuada
Cristina (nombre ficticio) es una mujer colombiana de 26 años, casada y madre de una niña de siete años. «Comencé a trabajar desde muy joven para ayudar a mi familia y criar a mis tres hermanos menores, con un padre ausente con un grave problema de alcoholismo y una madre maltratada que trabajaba de sol a sol», cuenta.
Con 17 años, según cuenta a Cruz Roja, se casó «con un hombre muy joven con problemas de drogadicción que empezó a ejercer violencia tras el nacimiento» de su hija. Preocupada por el futuro de ambas y la falta de oportunidades en su país, aceptó una oferta de trabajo en España que le ofreció una amiga de la familia, como empleada de hogar y un piso compartido para su madre y su hija y «la posibilidad de visitarlas una vez a la semana».
Las tres viajaron a Madrid con los gastos pagados por la mujer que le ofreció el trabajo, con el acuerdo de devolverle el dinero a plazos. «Al llegar a Málaga, un hombre nos esperaba para llevarnos al piso. Durante el trayecto, nos pidió los pasaportes y me dijo que nos llevaría a la casa donde trabajaría. Sin embargo, el hombre me llevó a un bar de carretera, donde me retuvo y me explotó sexualmente hasta pagar la deuda, sin posibilidad de salir y siendo amenazada constantemente con la posibilidad de hacerle daño a mi familia», recuerda. Sólo le permitían una llamada semanal a su madre, bajo vigilancia, donde le obligaban a decir que estaba bien y trabajando de interna.
Desesperada, y tras varios meses en los que estableció contacto y confianza con un equipo Cruz Roja, Cristina, verbalizó que no soportaba más las agresiones y violaciones a las que era sometida. Tras varios contactos más, Cristina, en un descuido, consiguió salir del lugar donde se encontraba y contactó con Cruz Roja. Tras reunirse con su madre y su hija, fueron acogidas en un recurso, donde están recuperándose de la experiencia y retomando sus vidas.
«El caso de Cristina, real, presenta elementos frecuentes en muchas de las mujeres supervivientes de la trata a las que acompañamos, cada día, desde Cruz Roja. Muchas de ellas, han sufrido varios tipos de violencias contra las mujeres, lo que impacta en su propia identidad y autoconcepto. La pobreza y falta de oportunidades, no tener permiso de residencia y trabajo, el aislamiento, el miedo, la vergüenza y el estigma, etc. sostienen las situaciones de explotación en muchos casos», ha destacado la ONG.