Falsa libertad, carajo
La derecha del atajo populista, que ya es casi toda la derecha en España, prescinde desde hace tiempo de simular siquiera que cuenta con un proyecto de país con el que ganar la confianza de la ciudadanía. Tanto Feijóo como Abascal y los suyos decidieron hace tiempo centrarse tan solo en la destrucción del adversario mediante el juego sucio.
Elaborar y promover un proyecto político propio puede ser más lucido, pero es trabajoso y lento. Atacar con bulos a la familia del Presidente puede resultar menos grato, pero se puede practicar desde el primer día y sirve para esconder la falta de ideas propias…
Tal disposición tuvo su reflejo más claro en la comparecencia del Presidente ante el Congreso de los Diputados del pasado 17 de julio. Pedro Sánchez desgranó durante más de dos horas y medias análisis y medidas para que la sociedad española afronte los grandes desafíos del momento con prosperidad, buenos empleos y justicia social. PP y Vox se limitaron a insultar a la familia del Presidente.
En realidad, llevan así 6 años. Con Casado, con Rivera, con García Egea, con Arrimadas, con Olona… ¿Recuerda alguien a todos estos personajes empeñados en acabar con Pedro Sánchez? Ni les ha funcionado ni les funcionará. Cuando despierten de la ensoñación del no-caso Begoña, seguirán en la oposición… entonces cambiarán de líderes, y vuelta a empezar.
No obstante, de vez en cuando, esta derecha del atajo populista asoma a lo que llaman “la guerra cultural a la izquierda”, más Vox que el PP, más Ayuso que Feijóo, ciertamente, pero entonces es cuando muestran con más claridad la esencia reaccionaria de su pensamiento político.
Se dicen del nuevo pensamiento derechista y libertario pero, realmente, venden mercancía vieja, reciclada, recosida, recocinada, con el mismo aroma rancio y vetusto de siempre a privilegio e injusticia.
En Madrid han premiado al portavoz de la idea de la “libertad, carajo”, como némesis de las políticas de la justicia social “aberrante”, el Estado de Bienestar “ladrón” y el “robo” de los impuestos. Lo cierto es que no existe libertad sin derechos económicos y sociales. ¿Qué libertad disfruta quien no tiene para comer, un trabajo decente, acceso a servicios de salud, igualdad para educarse…? La libertad sin justicia social es falsa libertad, carajo.
Como es más difícil afirmar una idea propia que negar las ideas ajenas, la derecha perezosa se hace negacionista. Y niegan lo que llaman “la ideología de género”, es decir, niegan que la desigualdad estructural que sufren las mujeres se encuentre en la base de la discriminación que las relega y la violencia que las mata.
Y niegan el cambio climático. Y niegan la preponderancia de la ciencia sobre el dogma religioso o las teorías conspirativas.
Pero es que el negacionismo mata. Porque cuando se niega la violencia de género, se desmontan las políticas de igualdad que protegen a las mujeres, y se ponen en riego sus vidas. Porque cuando se niega el cambio climático, se desmontan las políticas que luchan contra la contaminación, y nuestra salud se resiente. Porque cuando se niega la ciencia, se invita a las familias a no vacunar a sus hijos, y se les desprotege ante la enfermedad.
Y como es más fácil generar odio que esperanza, dibujan sus dianas odiadoras en la espalda de sus falsos culpables: los inmigrantes que roban empleos y colapsan los servicios públicos (falso), los menores no acompañados que violan y matan por doquier (falso), las feministas que cuestionan la autoridad natural del hombre de la casa (falso), los okupas gitanos que asaltan tu casa cuando sales a comprar (falso), los gais y lesbianas que pretenden hacer homosexuales a tus hijos (falso), los ecologistas que quieren enseñarte cómo cultivar la tierra que tu familia lleva generaciones cultivando (falso)…
Las dianas son falsas, pero el odio es auténtico, y sus consecuencias dramáticas también.
No ganarán las guerras culturales. Tampoco ganarán las elecciones. Pero los del atajo populista están haciendo daño. Y hay que denunciarlo.