De líos, ruidos, barros, lodos y polvos

11 Mar 2024 por J.L. Pedreira Massa

¡Menudas semanitas llevamos! … y nos lo queríamos perder.

Llevábamos lustros en los que la corrupción y otros efectos perversos se situaban del lado de la derecha. Nos habíamos acostumbrado a sus dislates cuando tenían que explicar alguna de sus acciones, lo hacían con desplantes, con minimización de las acciones, con impersonales comentarios llenos de rocambolescas hipérboles y desplazamientos hasta realizar una caricatura de la respuesta a las cuestiones preguntadas. Así se iba avanzando entre risas y cacatúas. En esto…

La UCO detiene a 20 personas presuntamente involucradas en una red comisionista en base a la adquisición de mascarillas en la primera oleada de la pandemia por Covid-19. Cuando queríamos pasar página de la pandemia… acuden los recuerdos de las épocas más tenebrosas y lo hace de forma abrupta e inesperada. En dicha situación aparece un personaje, cuanto menos, curioso, navarro, ex portero de discoteca, ex vigilante de avales, ex conductor, ex consejero diverso… demasiados “ex” en el curriculum; este “ex” salpica a otro ex ministro y ex secretario de organización del PSOE… gotículas de salpicadura para ex presidentes/as de Comunidad Autónoma y otros ministros… Solo eran posibilidades, pero…

Un festín para alimañas, una dieta demasiado apetitosa para aves carroñeras como ratas voladoras que ornamentan con sus vuelos el cielo de nuestros mares, Richard Bach hubiera querido para sí esas cabriolas y prestárselas a Juan Salvador.

Ahora es prometedor poder subirse a los lomos del pequeño colibrí de “Ningún lugar está lejos”, también de Richard Bach, que en su aparente debilidad consigue llegar a buen puerto, frente a la potencia de vuelos del albatros, o del águila real o grandes trayectos realizados en sus migraciones por el charrán ártico, o la avutarda o grulla o halcón peregrino. En esta narración realiza la última etapa el modesto colibrí y ello es para hacernos pensar…

En estas estaba mi mente divagando metáforas y construyendo razonamientos que fueran congruentes, coherentes, entendibles, comprensibles… Por más que lo intentaba… ni tan lógica era mi razón.

Personas de confianza, ahí se encuentra la clave y, por qué no decirlo, el error. En los círculos del poder hay frialdad y soledad, por ello se quiere a personas de confianza frente a personas formadas, las primeras apoyan y defiendes, las segundas exigen. No es de extrañar, la elección está lista: personas de confianza.

El problema existe cuando se detecta una disonancia de perfiles, entre el de la persona de confianza y el del puesto a desempeñar, entre las cualidades que requiere el puesto y las que disfruta la persona de confianza. El debate se abre: ¿lealtad o fidelidad? Se pide fidelidad a prueba de bomba, la lealtad es exigente: da, pero pide y critica, la persona de confianza, en su fidelidad, guarda silencio, asiente, acompaña y está con ojos abiertos y oídos desplegados, ven y oyen. La persona de confianza está, sin estar, estando. El asesor curtido, técnico y leal escucha y escudriña, decididamente puede ser “peligroso”. La persona de confianza se hace querer y llega a ser imprescindible. El otro, el técnico, puede criticar con arte y estilo, llegará a ser una persona incómoda al lado de la persona que detenta el poder, no importa el nivel que sea, es el poder asumido o asignado o ejercido, es la erótica del poder que como un aura resplandece en toda la silueta del que detenta y personifica ese poder.

La pandemia fue brutal en la irrupción y en el desarrollo. Se difundía rápido, se necesitaba rápido, de urgencia, material sanitario, tanto de protección personal, como respiradores mecánicos y más tecnología. Los virus es lo que tienen, o se consigue una vacuna o no tienen un tratamiento directo, no hay antibióticos y los viricidas están muy discutidos.

Las mascarillas imponían su utilización tras un inicial debate, además se solicitaba el lavado de manos frecuentes y lo que se conoció como “distancia social”. A unos les parecía unas medidas poco prácticas y hasta anticuadas y poco útiles, mientras otros lo exigían por doquier. Medidas muy debatidas. Husmeando por las bibliotecas, me encontré con una publicación del BOE, allá por el año de gracia de 1918, que abordaba las medidas que la población debía poner en práctica para protegerse del contagio de la “gripe española”, esas medidas eran tres: mascarillas, lavado frecuente de manos y distancia interpersonal de 2 metros. Cien años después y se recomendaban las mismas normas para otra pandemia vírica.

En estas circunstancias pueden sobrevolar buitres que circundan a la presa. Un vuelo distante que permite tener una perspectiva general de la situación, así se evalúa cuando es el momento para realizar el picado que permita hacerse con la presa. Similar a estos buitres convencionales, algunas de las personas de confianza se ciernen sobre una presa surgida de la necesidad y pretenden solventar un estado de emergencia real: conseguir productos sanitarios que eran absolutamente necesarios.

La persona de confianza oye, obtiene información: se necesita material sanitario, el escudo es ser persona de confianza, aporta contactos. No es tan malo, se consigue el material necesario, los contactos ayudan y ser persona de confianza aporta una especie de salvoconducto para circular por los pasillos del poder y los teléfonos móviles permiten comunicarse de forma rápida, casi inmediata… la carta de presentación está clara, es la persona de confianza. Las puertas se abren, los teléfonos se descuelgan, los mensajes circulan, los mails cruzan el espacio de la nube… el estado de emergencia empeora de momento en momento.

Los países establecen una carrera diabólica, insensata, todos van a por el mismo material y quienes lo poseen, los chinos, lo venden al mejor postor, no guardan espera, solo piden el pago en metálico. Aquí también existe otra carrera de obstáculos con las diferentes Comunidades Autónomas. Ya saben el refrán: “quién no corre, vuela”. Hay quienes alquilaron aviones que se perdieron en alturas casi siderales, otros se fiaban de proveedores con pocos escrúpulos que perseguían su único interés con comisiones desproporcionadas sobre precios descontrolados y al alza permanente.

Escenarios de la cruel, simpar y desigual batalla librada de forma simultánea o sucesiva: buscar el proveedor para las necesidades, el fabricante en el confín de los mundos orientales, las diferentes pujas que se ablandan con comisiones a intermediarios diversos, captación del material, realizar el transporte largo que podría tener descalabros en un trayecto de tantos vericuetos, la entrega, la comprobación del material suministrado, el pago definitivo, nueva liberación de comisiones a más intermediarios.

Ante tal enrevesamiento no es extraño que se pierdan algunos denarios o se incrementen el coste de los materiales librados a tal efecto. Aquí revolotean los buitres y otros carroñeros animales que buscan y rebuscan sin escrúpulos hasta hacerse con el pecunio que buscaban a expensas del sufrimiento de la ciudadanía, cuando no de su muerte.

El miedo ha circulado entre las gentes de forma libre y a gran velocidad, presos están de estas emociones y los buitres y otras carroñas aprovechan tal desatino para asestar su golpe mortal. Preciso será estar muy atento y vigilante, pues con tanta premura se realiza la demanda que los controles se relajan, por fuerza de la emergencia. La debilidad humana hace el resto y la fidelidad de la persona de confianza se diluye, el bolsillo ya no es de cristal, se opaca ante la tentación del vil metal.

Al exterior se traduce la simpar fechoría ejecutada, entonces culpables se han de buscar entre hipérboles y medias verdades, lo que no es más que ruido que ensordece, barros que emponzoñan y lodos que sedimentan en los fondos de los terrenos pantanosos.

Ahora toca cribar la información y la culpa, maldita culpa vestigio de la cultura judeo-cristiana ¿quién será el culpable? El que busca proveedor o por ventura aquel que hace el encargo, quizá el que ultima la compra o el que realiza el transporte, más bien quien hace el reparto de mercancía, el que paga o cobra o el que parte y bien reparte que se lleva en el cuezo la mejor parte, sin escrúpulos. ¿quién ha de exigir la reparación de esa culpa? Será el responsable ¡Ahí es nada! Podría ser, sin duda, quien dicta las normas, pero ¿por ventura no sería más lógico que fuera quien relaja las normas?  Era excepcional, había emergencia, pero el dinero público es de todos y la persona de confianza lo es de alguien y para algo; cosas de la fidelidad sin lealtad.

Prolongaciones de esta hidra son los requerimientos éticos incumplidos con repercusión de muertes por abandono en las residencias de mayores (7.291 en la Comunidad de Madrid) o la construcción del único hospital de pandemias del mundo mundial al módico precio de cuatriplicar el presupuesto inicial o no saber qué hacer con el hangar, pasando de almacén de vacunas a centro de vacunación o ya se pensará o bien el único centro de ELA o lo que sea menester, por incompetencia o por mala fe.

Este artículo es una fábula hecha parábola y no pretende simplificar lo dramático de la situación, ni simplificar lo complejo de la cuestión, ni eliminar la sustancial importancia de lo sabido y vivido en estos días sobre las acciones realizadas por personas sin escrúpulos, con conductas execrables en los momentos más tensos de los inicios de la pandemia. Surge de la incredulidad y de la rabia, pensando con un humor ácido, con el fin de superar esta situación creada y que algunos pretenden agrandar hasta límites insoportables. Caiga la justicia sobre los culpables, pero basta ya de zarandear la realidad.

Sean útiles las enseñanzas obtenidas de tan simpar situación desbordada. Aprendamos las enseñanzas de la fábula para ser cautos y preferir consejeros leales y desechar a las “personas de confianza” tan fieles… a sus intereses.

 

 

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