La agricultura del mundo se adapta a la naturaleza cambiante

1 Dic 2023 por Francisco Villanueva

El agricultura mundial asume la lógica de la naturaleza y se impone el predominio de la biología sobre la química porque el cambio climático exige una transformación de la producción para satisfacer las necesidades alimentarias de una población creciente.
La población mundial alcanzaría su pico de 10.000 millones de habitantes en 2050, y lo mismo ocurriría con la demanda global de agroalimentos, que aumentaría más de 70 por ciento para entonces. En términos de rendimientos e incremento de la productividad, todo indica que el sistema agroalimentario mundial está en condiciones de alcanzar estos objetivos, de acuerdo con lo realizado en los últimos 20 años, lo que ha sido un éxito tecnológico y científico extraordinario.
Solo hay que agregar que esto ha sido acompañado por un proceso generalizado de desertificación y un alza notable de la emisión de dióxido de carbono (CO2) y de su consecuencia inevitable que es el calentamiento de la atmósfera o cambio climático.
Esto ha provocado una proliferación de acontecimientos climáticos extremos, como sequias brutales, temperaturas récord, e incendios catastróficos. Así, al mismo tiempo que los rendimientos por hectárea se han duplicado en los últimos 20 años y se han triplicado desde 1961, la pérdida de la biodiversidad y el aumento constante del calentamiento de la atmósfera, tienden ahora a revertir estos logros fenomenales de la revolución de la técnica.
El Informe sobre “El estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2023” (SOFI) advierte que hay ahora 122 millones de personas más que en 2019 que están experimentando una situación de hambre en este momento, debido a la combinación de la pandemia con los shocks climáticos, sumados al auge en gran escala de los conflictos, ante todo la Guerra de Ucrania.
La conclusión que extrae el informe SOFI de este cuadro es inequívoca: es preciso modificar radicalmente el status quo alimentario, o de lo contrario los objetivos de 2050 resultan inalcanzables. Desde todo punto de vista el mundo alimentario se encuentra ante un punto de inflexión.
Lo que empieza a aparecer ahora es una visión estratégica que asume la lógica de autorregeneración de la naturaleza, y presume que la producción agroalimentaria se basa en una actitud conservacionista de los suelos y de las aguas. Esto significa que ya la producción agroalimentaria no se funda más en la explotación de los recursos, sino que se asocia ahora con ellos y se hace cargo de sus exigencias.
En la nueva producción agroalimentaria rige la lógica de la vida, y el objetivo fundamental es un desarrollo de carácter biológico y no más químico o industrial. Esto implica formular toda una nueva estructura de incentivos, e integrar el criterio de la sostenibilidad, que es la autogeneración, con los costes de la producción, esto es, internalizarlos. Todo esto exige un cambio no solo productivo sino también cultural.
La producción agroalimentaria global es la clave del cambio climático, debido a que responde por un tercio de la emisión de dióxido de carbono, pero es responsable de más de 90 por ciento del proceso de desertificación, al tiempo que consume 70 por ciento o más de los recursos acuíferos del mundo.
Lo esencial es que estas directivas son aplicables a la totalidad de las diversas producciones agroalimentarias del mundo, lo que abarca desde el Medio Oeste norteamericano a las planicies del África Subsahariana; y la principal de esas nuevas orientaciones es el vuelco generalizado a las leyes de la vida y de la naturaleza. Es un predominio sistemático de la biología sobre la química, siempre guiada por la ciencia más avanzada que es la biotecnología y el respeto constante y la búsqueda sistemática de la diversidad.
Hay veces que existe lógica de supervivencia en el mundo y da esperanzas para creer en un futuro posible y de cierta sostenibilidad.
Comparte: