Intentan desmovilizar el voto progresista
La estrategia clave de las derechas ante las elecciones del 23 de julio consiste en desmovilizar el voto progresista.
Conscientes de que los partidarios de políticas progresistas son más numerosos, la mejor estrategia de las derechas consiste en procurar que un porcentaje significativo de ellos no vaya a votar.
Unas derechas muy movilizadas y un electorado progresista menos movilizado es el único escenario propicio para llevar a Feijóo y Abascal al Gobierno de España.
¿Cómo lo procuran? Con cinco tácticas, al menos.
Primero despliegan todo el arsenal de “encuestas/apuestas”, con poco gasto, poca muestra, poco rigor, pero mucha intención. La derecha demoscópica y la derecha mediática. Cada día, en cada cadena, en bucle. El mensaje: ya está todo hecho. La derecha gobernará. Por tanto, si eres votante progresista, ni te molestes en ir a votar. Es inútil.
Segundo, negar los debates. Para las derechas, los debates son “la esencia de la democracia” y “debieran ser obligatorios por ley”, cuando creen ir por detrás. Pero cuando se ven ganadores, los debates son un engorro, que solo sirven para cometer errores, para mostrar lo que se quiere ocultar y para movilizar voto ajeno.
Tercero, no hablar de lo que importa. Ni los portavoces políticos, ni los tertulianos derechistas, ni las escaletas de sus medios. No hablar de economía, no hablar de empleo, no hablar de vivienda, no hablar de sanidad o educación, no hablar de Europa. Mucha ETA, mucho Falcon, mucho ruido, para entretener al personal con lo falso o superficial.
Cuarto, satanizar a Sánchez. El candidato presidenciable del electorado progresista es objeto de una campaña sistemática y abyecta para atribuirle una inmoralidad que le deslegitime como representante público y como gobernante. Miente, pacta con asesinos, despilfarra, es soberbio, corrupto, se amarra al poder… Todo falso, todo calumnioso, todo infamante, pero efectivo cuando se cuenta con altavoces mediáticos dispuestos a colaborar.
Y quinto, ocultar o disimular los pactos vergonzantes con ultras. La regresión de la derecha española es un hecho. El problema grave ya no es Abascal y su minoría de nostálgicos del franquismo, que salieron del PP porque no les daban cargo. El problema grave es Feijóo y el PP, que han asumido el ideario populista y radical que persigue derogar los avances en modernización, derechos y bienestar conquistados con los gobiernos progresistas.
Se trata de una estrategia torticera, pero ha funcionado en otros sitios, y Feijóo solo es fiel a unos principios, los que le permitan llegar al poder, sean los que sean.
Los esfuerzos de los demás deben encaminarse a demostrar la realidad.
Que digan lo que digan en la uno, en la dos, en la tres, en la cuatro o en la cinco, nada está hecho hasta que se cierren las urnas a las ocho de la tarde del día 23 de julio, y que la oportunidad de seguir avanzando con un gobierno progresista está al alcance de nuestro voto.
Que los debates son una obligación en democracia, y que quien huye de los debates no merece la confianza de los votantes.
Que los españoles merecen una campaña centrada en los temas que le atañen y le importan, su empleo, su vivienda, su educación, su sanidad, su pensión, su medio ambiente…, sin mentiras ni desinformaciones.
Que Sánchez es un Presidente íntegro y honesto, que ha servido al interés general de la mejor manera que ha sabido y podido, que debe ser juzgado por sus hechos y sus propuestas, y que las campañas de odio que se vierten contra él solo descalifican a sus autores y voceros.
Que los pactos del PP con Vox son los pactos de la vergüenza, porque niegan la igualdad de la mujer, y niegan el cambio climático, y niegan la diversidad de nuestra sociedad, y niegan la ciencia, y niegan los derechos de las personas migrantes, y niegan la verdad.
Solo hay un camino para que la mayoría progresista ejerza de mayoría y defienda sus intereses: votando el 23 de julio.