El Tamayazo: la traición de dos diputados socialistas
Se cumplen 20 años del capítulo más negro de la política madrileña en democracia: el llamado Tamayazo; la traición de dos diputados electos, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, a Rafael Simancas cuando todo parecía que iba a ser investido como presidente de la Comunidad de Madrid. El caso constituyó una crisis institucional sin precedentes. El escándalo provocó la repetición de elecciones que ganó por mayoría absoluta Esperanza Aguirre.
Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez no acudieron a la votación y sin sus votos, el PP superaba en uno a los de PSOE e IU, que tenían previsto un Gobierno conjunto. El socialista Francisco Cabaco iba a ser elegido presidente de la Asamblea de Madrid, pero la ventaja permitió que el cargo fuese a parar a la parlamentaria popular Concepción Dancausa, actual Consejera de Familia, Juventud y Política Social.
Tras dos legislaturas de gobierno del PP en la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón dio el paso a la política municipal y los populares eligieron como cabeza de cartel para la Asamblea a Esperanza Aguirre. El 25 de mayo de 2003, las elecciones autonómicas, arrojaron una votación muy ajustada y una nueva victoria conservadora (55 diputados). La suma de PSOE (49) e Izquierda Unida (7) daba pie a un acuerdo progresista y, por tanto, a un cambio de gobierno, encabezado por Rafael Simancas. La derecha de siempre no permitió que un joven socialista conformara un gobierno progresista junto a los comunistas de Izquierda Unida y comenzaron el derribo de la operación democrática, como lo están haciendo ahora y lo han hecho siempre.
Tras la constitución de la Cámara regional y tal y como establece el Estatuto de Autonomía de Madrid, la presidenta de la Asamblea regional inició una ronda de consultas con PP, PSOE e IU, a los efectos de proponer un candidato a la Presidencia de la Comunidad. Celebrada dicha ronda, se constató que Rafael Simancas era el único con probabilidades reales de ser investido, ya que contaba con el apoyo del PSOE y de IU.
Tamayo y Sáez no estaban de acuerdo con el pacto de gobierno que se estaba fraguando entre PSOE e IU. Simancas había denunciado una trama inmobiliaria con el objetivo de evitar un gobierno socialista y así beneficiar al PP. Tras el Tamayazo, la Asamblea conformó una comisión de investigación y el caso llegó a la vía judicial. Ni Simancas ni Aguirre fueron capaces de obtener los votos necesarios para conformar gobierno, por lo que la Comunidad de Madrid se vio abocada a la repetición electoral por primera y única vez en su historia. El 26 de octubre, el PP alcanzó la mayoría absoluta (57 diputados) y Aguirre se convirtió en la presidenta regional.
En la trama del Tamayazo, hay un personaje oscuro, José Luis Balbás, jefe de la corriente interna socialista Renovadores por la Base que ayudó a aupar a José Luis Rodríguez Zapatero al frente de la Secretaría General del PSOE. Fue expulsado del partido por su «evidente complicidad» con Tamayo y Sáez. La razón aducida por los dos tránsfugas para su deserción fue el «pacto» entre PSOE y IU en el Gobierno regional y el incumplimiento de Simancas de un supuesto acuerdo con la corriente socialista dirigida por Balbás.
El economista y empresario José Luis Balbás, presunto cerebro del Tamayazo, es para los investigadores de la Operación Nicolay, quien mueve en parte los hilos del pequeño Nicolás. Tres operaciones se han investigado: dos negocios en Guinea Ecuatorial y la venta de una colección de obras de arte valorada en más 540 millones de euros. Balbás también estaría detrás de la creación de la empresa Gómez Nicolás & Acero y BellónGroup relacionada con la seguridad ferroviaria a nivel internacional; y de los contactos establecidos por el joven con el partido político Ciutadans.
Fuentes de la investigación indicaron a Público que Francisco Nicolás y José Luis Balbás se conocieron ya en los primeros pasos del muchacho en el entorno del Ayuntamiento de Madrid y de FAES, aunque la relación se estrechó a medida que Nicolás pudo proporcionar contactos políticos y empresariales que estaban aún sin malear. El papel de Balbás en esta singular pareja era el de aportar a la relación contactos internacionales e ideas de negocio.
Los negocios oscuros de Tamayo siguieron después de ser expulsado del Partido Socialista de Madrid, Tamayo fundó la formación Nuevo Socialismo para concurrir a la repetición de los comicios autonómicos de 2003, en los que apenas cosechó 6.000 votos, y siguió en la arena política hasta 2008. Sus negocios inmobiliarios le llevaron a Guinea Ecuatorial. Allí tuvo problemas con la justicia y tuvo que salió del país. En noviembre de 2019 el Tribunal Supremo no admitió una querella de Tamayo contra Simancas al estimar que las declaraciones que hizo el dirigente socialista sobre el Tamayazo están protegidas por la libertad de expresión.
El popular Francisco Granados, presidente de la comisión de investigación que se celebró en la Asamblea de Madrid, sostuvo que todo respondía a una «traición» interna en el PSOE, pues Tamayo y Sáez consideraban que no se cumplió lo que les habían prometido. Los socialistas, criticaron las trabas del PP para obtener información, al considerar que se trataba de una trama inmobiliaria y urbanística que favorecía los intereses del Partido Popular.
Desde el principio, el PSOE afirmó que los dos diputados habrían recibido dinero de una trama inmobiliaria y urbanística con el objetivo de beneficiar al PP. El empresario Bravo Vázquez admite que el día de la votación reservó un hotel para Tamayo y Sáez, donde se refugiaron y que hablaron antes de la traición. El Partido Popular por su parte achacó la ausencia a un problema interno entre distintas corrientes del PSOE. Tamayo, por su parte, afirmó en repetidas ocasiones estar en contra de un pacto con IU, negando las acusaciones de corrupción.
Modesto Nolla, portavoz socialista en la comisión de investigación, aseguró tiempo después que se puso de manifiesto que había «muchas contradicciones», «cosas sucias» y «contactos entre Tamayo» y el abogado Esteban Verdes. El PSOE se querelló contra él y contra el exsecretario general del PP de Madrid Ricardo Romero de Tejada, al quien Simancas acusó de ser «el capo» de la trama. Según Nolla, las personas supuestamente implicadas «no eran fiables» y «mentían». Aseguró que días antes de la fallida investidura Tamayo conversó con los empresarios de la construcción Francisco Bravo y Francisco Vázquez relacionados según el PSOE con el tránsfuga.
La exdiputada regional de Izquierda Unida Caridad García afirmó que la comisión «no sirvió para nada», ya que los populares estaban «implicados hasta las cejas» y no permitían que comparecieran aquellas personas «que consideraban próximas a ellas». En su opinión, el PP no les facilitó la documentación necesaria, estuvo en connivencia con Francisco Bravo y Francisco Vázquez. Ellos lo negaron todo, desde la relación con el PP hasta la trama urbanística.
Para Simancas, en la actualidad secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y Asuntos Constitucionales, «no hay razones políticas» que justifiquen la «indignidad» en la que incurrieron Tamayo y Sáez, y confía en que la «porquería» que hay detrás salga a la luz. El 18 de septiembre de 2018, en un cara a cara de Simancas con el expresidente de Gobierno José María Aznar, en la comisión de investigación del Congreso sobre la presunta financiación ilegal del PP, el diputado socialista le acusó de dar indicaciones al ministro de Justicia, al fiscal general del Estado y al delegado del Gobierno para «evitar cualquier investigación sobre el robo de aquel gobierno».
El tránsfuga socialista Eduardo Tamayo plasmó con su puño y letra un esquema sobre la estructura y ejecución del Tamayazo, según infoLibre. Los manuscritos consisten en cuatro folios fotocopiados, en los que Tamayo desvela la organización del complot y anota nombres de políticos y empresarios involucrados. José Luis Balbás, Dionisio Ramos y Ricardo Romero de Tejada son tres personas a las que Tamayo señala en sus papeles. En octubre de 2018 Tamayo afirmó en una entrevista a Telemadrid que se ausentó de la votación por desavenencias con la cúpula del PSOE de Madrid y del PSOE nacional.
El caso marcó un antes y un después en la historia de los socialistas madrileños, que nunca han conseguido gobernar en la Comunidad de Madrid, por lo que las consecuencias políticas fueron relevantes Tanto el PSOE como el PP han procurado evitar el tema, y el caso fue apartado del debate político tras los segundos comicios.
Fue un escándalo político y un desastre emocional entre los militantes socialistas, que habíamos vivido intensamente aquellas elecciones autonómicas. Ya nada fue igual. Todo cambió. Hoy sigue habiendo lagunas y rincones oscuros sobre como ocurrió la traición, quién la provocó y cuanto fue la bolsa que recibieron los traidores, junto a quienes la pagaron. Conocemos a quienes se favorecieron del suceso: el Partido Popular y sus políticas contra todo lo público, utilizando la corrupción sistemática para favorecer a unos pocos, los de siempre.