Un paseo alrededor de Federico

17 Ago 2020 por Adan Becarios

Europa vibró  desde comienzos del siglo XX con la aportación intelectual  de las nuevas vanguardias -los ismos -, y España acogió  la gran renovación  de sus letras en el periodo que fue desde el Desastre hasta la Guerra Civil.

Entre todos los autores y todas las corrientes literarias, destacó, poesía de sus coetáneos, Federico García Lorca, asesinado por falangistas en una oscura historia que estuvo implicada de forma directa la familia del poeta Luis Rosales, amigo del genio de Fuentevaqueros.

GENERACIONES LITERARIAS COMO REVULSIVO

Como relevo al realismo barojiano y azorinesco, la nivola de Unamuno, el esperpento de Valle-Inclán y a toda la genialidad que trajeron los artistas de la Generación del 98, décadas más tarde, se creó otro grupo de artistas, también, como antídoto literario a la desazón en la que estaba nuevamente sumida la sociedad en España.

La Generación del 27, nombrada así por conmemorar el bicentenario de la muerte de Góngora, significó un innegable antes y después en la literatura española. Tal es así, que tiempo después, se denominó a esta época la Edad de Plata o el Segundo Siglo de Oro español.

Esta “Generación de la dictadura” o “Generación de la amistad”, como también se acuñó a este grupo, originó nuevas técnicas, como la fusión entre lo tradicional y lo vanguardista, así como la comunión entre el popularismo y la más precisa de las técnicas.

Las residencias de estudiantes, su nacimiento en fechas próximas o el despegue de las revistas literarias hicieron que, entre otras cosas, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Luis Cernuda o Gerardo Diego crearan un grupo con una dialéctica basada en la pureza, la revolución y, además, fueron capaces de llevar a cabo en sus líneas el traspaso del “yo” más íntimo al “nosotros” en el que residen el dolor y la lucha compartida.

Cabe recordar que, en la parte no visible de esta generación, también existieron mujeres, como María Teresa de León, Concha Méndez, Clara Campoamor o María Zambrano, ocultadas, todavía hoy, bajo un gris velo de injusta insignificancia por su sexo.

Sin embargo, sin ánimo de categorizar de mejor o inferior, hay una figura que destaca por su calidad, su innovación y por ser eternamente actual: Federico García Lorca.

LAS DOS VERTIENTES DE LORCA

El poeta, dramaturgo y prosista granadino, no solo sobresalió por la calidad de su obra, sino también por su particular personalidad.

 En las primeras memorias de Pablo Neruda, Confieso que he vivido, el poeta chileno recoge la parte más personal de su amigo, lo que nos asegura que, como su poesía, Lorca estaba cargado de vitalidad: “¡Qué poeta! Nunca he visto reunidos como en él la gracia y el genio, el corazón alado y la cascada cristalina. Federico García Lorca era el duende derrochador, la alegría centrífuga que recogía en su seno e irradiaba como un planeta la felicidad de vivir”.

No obstante, no todo en el poeta español era resplandor y alegría, ya que su trayecto vital también estuvo marcado por una vertiente profundamente existencial. En ella, se refleja su malestar íntimo, el dolor de vivir, la insatisfacción y, curiosamente, la incertidumbre de un destino trágico. Por supuesto, todos estos sentimientos fueron expresados bajo el adorno de un magnífico gusto musical, rítmico y creativo.

UN POETA Y CINCO ETAPAS

El joven, poeta de la creación por antonomasia, comienza su trayectoria literaria bajo la bóveda del neopopularismo.

Salvador Rueda y Manuel Machado ya empezaron incorporando el flamenco a su poesía, y Lorca no solo lo hereda, sino que en él, esta fusión se hace más relevante.

Muchos han aprovechado la música que ya tienen sus versos para ponerle voz, como hizo Paco Ibáñez con Canción de Jinete, poema en el que solo basta fijarse en el título para darse cuenta de que, mediante una innovación de la tradición popular, Lorca expresa con música la imagen fúnebre de un jinete muerto a lomos de su caballo.

Sin embargo, una de las creaciones más conocidas del poeta en su etapa neopopular es el Poema del Cante Jondo, donde la guitarra, símbolo del vanguardismo, se convierte en una de las protagonistas. Mediante la música gitana, el folklore y  el imaginario andaluz más puro, Lorca consigue transmitir la máxima expresión del hombre herido.

Con el tiempo, refuerza su etapa neopopularista con una obra que significó una transición en su trayectoria, el Romancero Gitano. En esta pieza maestra, Lorca utiliza mucho la técnica surrealista, sobre todo, en lo que se refiere a las imágenes que desembocan de sus versos.

El Romance de luna, luna y el Romance sonámbulo destacan en este libro. De este último es de donde nacen, quizás, uno de sus versos más conocidos y escuchados: “verde que te quiero verde”.

El Romance sonámbulo es un poema de una perfección casi extrema y es el indicio más claro de la teoría de Edgar Allan Poe del poema per se: el poema no dice algo, el poema es algo. Además, sus líneas se convierten en un sin parar de cruces entre lo real y lo irreal perfectamente visible, por ejemplo, en cómo describe el rocío de la mañana:

Verde que te quiero verde.

Grandes estrellas de escarcha,

vienen con el pez de sombra

que abre el camino del alba.

 

Sin embargo, Federico García Lorca no se detiene y, como Valle-Inclán, se caracteriza por tener una trayectoria muy cambiante.

El Crac del 29 estalló en Nueva York, cuando, justamente, el poeta granadino andaba visitando la Gran Manzana. Fue en ese preciso momento, en el que Lorca impulsó con mayor fuerza su lado más surrealista.

Poeta en Nueva York muestra lo horrible que le parecía la ciudad de los rascacielos y lo “espantosa” que fue la experiencia de ser testigo de la caída del mercado de valores.

Todo este ambiente provocó que ahondara en su persona y creara poemas como Intermedio (Poeta en Nueva York), en el que, mediante versos claros y versos puramente estéticos, el poeta describe un llanto preadolescente:

Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas

cuando buscan su curso encuentran su vacío.

 

Por medio de imágenes surrealistas, Lorca nos lleva por un zigzag de dolor y traumas que, finalmente, desembocan en la nada, en el más ruidoso de los vacíos.

Con respecto a esta obra, no se puede dejar de nombrar su famoso verso “¡Asesinado por el cielo!” del poema Vuelta de paseo. En sus líneas, el poeta da a entender que su vida fue un sinvivir y que, realmente, debajo de toda su obra literaria se esconde una angustia vital. Sus palabras irradian imposibilidad de crecer por ser lo que es, de no realizarse como persona y es, en cierto sentido, por vivir una vida ficticia que necesita de diferentes caras cada día.

Tropezando con mi rostro distinto cada día.

¡Asesinado por el cielo!

 

Tras su etapa neoyorquina, Lorca cultiva la poesía arábigo-andaluza con El diván del Tamarit y, en la última etapa de su vida, el poeta vanguardista decide viajar en el tiempo a los inicios de la lírica amorosa occidental.

Su última obra, Sonetos del amor oscuro, se instala en el petrarquismo, característico por expresar sentimientos por medio de la composición poética del soneto.

EL TEATRO DE LOS POBRES

A comienzos de la Segunda República, Federico García Lorca fundó la compañía teatral ambulante La Barraca, compuesta mayoritariamente por jóvenes de la Residencia de Estudiantes de Madrid, herederos de la ILE (Institución Libre de Enseñanza).Lorca dirigió este grupo, junto a Eduardo Ugarte, y su objetivo fue trasladar el teatro español a los lugares más recónditos para que campesinos y obreros también disfrutaran de este arte.

Además, convencido de que la Iglesia estaba comiendo cada vez más terreno a la educación, Lorca tiñe su obra de contenido social, mostrando siempre su apoyo a los derechos humanos, la libertad, la dignidad del individuo o su libre elección sexual.

 

“Yo siempre soy y seré partidario de los pobres. Yo siempre seré partidario de los que no tienen nada. Y hasta la tranquilidad de la nada se les niega”

Federico García Lorca en el diario madrileño El Sol

LA DEBATIDA TRILOGÍA

En 1933, el granadino dio el pistoletazo de salida a sus llamados dramas rurales, con los que reafirmó –más si cabe- su talento.

Empezó con un clásico ineludible, Bodas de sangre, en el que se cuenta la historia de una mujer raptada por su amante el día de su boda y, finalmente, el novio se venga de los dos asesinándolos.

En una obra que a priori puede parecer común, Lorca hace una vuelta de tuercas, ya que vuelve a la clásica tragedia griega mediante los coros y también combina imágenes y símbolos, ya habituales en la producción de Lorca.

Un año más tarde, se publicó Yerma y, en esta tragedia, ambientada en un entorno rural y conservador, se aborda el tema de la infertilidad y el deseo frustrado de la maternidad en un entorno social que exige tener hijos si eres mujer y estás casada.

Lorca habló en 1934 de un tema que, a día de hoy, se sigue poniendo sobre la mesa.Muchos expertos insisten en incluir La Casa de Bernarda Alba como última parte de una trilogía junto a las dos obras anteriores por sus numerosos e indiscutibles elementos en común. Sin embargo, otros encuentran Bodas de sangre y Yerma bastante diferentes a La Casa de Bernarda Alba, ya que consideran que es otro estilo, a pesar de que tengan en común el fenómeno andaluz.

Por propias palabras de Lorca se sabe que el poeta quería hacer una trilogía, como las clásicas trilogías de la tragedia griega. Sin embargo, en sus declaraciones nombra siempre de manera ambigua una tercera tragedia con el título de La destrucción de Sodoma o El drama de las hijas de Loth, obra de la que solo tenemos un esbozo por su asesinato.

Por otro lado, nunca tildó La Casa de Bernarda Alba como una tragedia, sino siempre como un drama. Además, a diferencia de las otras tragedias, esta obra no cuenta con personajes sobrenaturales ni danzas simbólicas ni diálogos en verso.

En este drama andaluz, Lorca se desmarca de la intención política, para introducirse de lleno en la artística: un conflicto entre el individuo y la sociedad.

Con esta obra, queda claro que el teatro lorquiano va a ser siempre poético, lo que lo hace diferente a otros dramaturgos.

ASESINATO DE LO ETERNO

En agosto de 1936, en la antesala de la barbarie, Lorca ya estaba en Granada. Volvió a su ciudad natal creyéndose más seguro que en la capital madrileña.

En la vuelta a la tierra que le vio crecer, no encontró paz. Fue detenido por los falangistas y asesinado.

 Lorca personifica todo aquello que odian los que detestan la libertad.

Caminando por su vida, uno puede pensar que el poeta hasta se imaginaba cómo sería su final desde hacía mucho tiempo.

A pesar de que fue asesinado, por el cielo y por los que estaban injustificablemente en contra de la libertad, Federico García Lorca tenía… ese duende, algo casi inefable que siempre hará que su persona sea irremediable y eternamente actual.

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