El ingeniero que ganó 4 millones en el siglo XIX

Los casinos y los juegos de azar no solo se han convertido en un divertimento para la mayoría, gracias a su auge en los últimos años en los que se han popularizado enormemente, sino que, además, empiezan a protagonizar los sueños y aspiraciones de muchos que quieren, a través del juego, convertirse en millonarios de una vez. Esto es, por supuesto, una locura que puede acabar con nuestro patrimonio pero, sin embargo, hay pequeñas excepciones que hace que algunos soñadores se empeñen en seguir sumergidos en su fantasía de que un golpe de suerte acabe con todos sus problemas monetarios.  

Corría el siglo XIX y en el flamante casino de Montecarlo la gente no daba crédito a lo que estaba presenciando. Un modesto ingeniero de nombre Charles D. Wells empezaba el relato de una leyenda que, aún a día de hoy, tiene muchos flecos de precisamente eso, de relato de pura fantasía. Pero hay algo cierto, este hombre consiguió la proeza de vencer al azar y convertir 4000 libras que sus negocios patentando alguno de sus inventos (que parece que tampoco fueron para recordar) en, nada más y nada menos, que cuatro millones de libras. El misterio estaba servido, ¿acaso este hombre conocía los mejores trucos para ganar a la ruleta?, ¿tuvo un golpe de suerte tras otro? No se tiene constancia de qué llevó a Wells a hacerse millonario en un espacio de tiempo de 5 días y a hacer saltar a la banca en varias ocasiones en uno de los juegos con menor participación y estrategia por parte del jugador de todos los juegos que se pueden encontrar en un casino.

No se sabe a ciencia cierta qué utilizó Wells para ganar tantas veces seguidas y conseguir multiplicar su dinero de manera tan rápida. Evidentemente llegar a ganar 23 de 30 tiradas en un juego como lo ruleta no es una cosa de fortuna, más bien su éxito vendría de la mano de su condición de inventor e ingeniero, que le llevaría a descubrir algún tipo de defecto en la ruleta o, simplemente, de alguna manera podía deducir de manera más o menos exacta el resultado por alguna característica de la propia máquina que el supo ver e interpretar. Lo único cierto es que la leyenda de su historia aún vive y lleva a algunos a seguir soñando en ser el próximo Wells.

Autor artículo: Rodrigo Vázquez