En la actualidad de la crónica negra el abuso de menores sigue ocupando titulares. Este año el Papa Francisco manifestó la intransigencia de la Iglesia con la pederastia y reafirmó la “tolerancia cero” con aquellos sacerdotes que practican o practicaron este tipo de abusos.
Benedicto XVI expulsó a 400 sacerdotes durante su pontificado. Se han visto afectados multitud del países, entre ellos, España, que cuenta con una decena de sacerdotes condenados por este tipo de abusos. En la actualidad continúan produciéndose este tipo de casos y también las investigaciones sobre hechos producidos en los años anteriores. El último caso es el del Colegio Gaztelueta de Vizcaya, vinculado al Opus Dei.
El Colegio Gaztelueta, el reto diario del joven
Cuando este caso se produjo, la víctima tenía 12 años, ahora con 19 los forenses han determinado que lo que decía coincide con un trastorno provocado por “la vivencia de hechos como los relatados”. En el curso 2008/2009 el joven vizcaíno acusó a uno de sus profesores haciendo unas tremendas declaraciones.
“Era cerrar la puerta del despacho y bajar las persianas. Si yo quería salir de allí no podía hacerlo (…). Me enseñaba fotos de chicas en bikini o desnudas. Y me decía: ‘¡Fíjate en esta chica, mira qué buena está!’ (…). Me tocaba los muslos, la espalda, la tripa, y alguna vez, para enseñarme las notas en el ordenador, me exigía ponerme encima de sus rodillas y yo notaba algo duro debajo de mí (…). Hubo una cosa que no me he atrevido jamás a decir, ya que no es plato de buen gusto comentar esto…”.
«Me dijo que me sentara en la silla, me puso una estufa delante y, como tenía mucho calor, me dijo ‘de quitarme’ la camisa. Me la quité y acto seguido me empezó a tocar por todo el cuerpo rodeando la silla donde estaba (pecho, cuello, brazos, muslos, piernas…)».
En 2013 los padres acudieron a la Fiscalía del País Vasco y al propio Papa Francisco. Bergoglio contestó entonces por carta a la familia abriendo una investigación del asunto y la Congregación para la Doctrina de la Fe lo archivó.
La demanda por agresiones sexuales siguió su curso hasta hoy . Los médicos y los forenses han demostrado que el joven vizcaíno era víctima de un acoso sexual sufrido por su preceptor. Los padres, han conseguido saciar un poco más la angustia que vivían al confirmarse que el detonante que provocó un cambio en la vida de su hijo, era cierto. Ahora están a un paso más cerca de conseguir justicia.