¡Qué accesibles son los políticos!… para algunos

A veces, cuantas más explicaciones dan los políticos, más interrogantes y dudas se abren ante los ciudadanos por sus argumentaciones. Con una facilidad pasmosa, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, ha confirmado que recibe una llamada de un policía y ni corto ni perezoso organiza una cita exprés y se reúne con él en una cafetería enfrente de su despacho. Claro que el policía en cuestión era el comisario que estaba investigando ‘ilegalmente’ el traído y llevado ático de Estepona.

Ahora bien, ¿Cuánto de fácil es acceder a un presidente de una comunidad autónoma? Pues la verdad es que poco. No solo existe una cohorte de secretarias a modo de parapeto que filtran el acceso -personal o telefónico- a cualquier presidente autonómico, sino que cualquier cita pasa por el tamiz del Gabinete del Presidente: un conjunto de asesores políticos que antes de planificar cualquier cita evalúan los contenidos, el objeto de la cita e incluso mantienen reuniones previas antes de que se concrete la entrevista.

 

El conseguidor, una figura habitual en torno a los despachos de políticos

Un camino tan largo y tortuoso que a lo largo de la historia de nuestra democracia se ha poblado alrededor de la fauna política con la figura de los conseguidores. Personas que hacen de ‘abrelatas’ de los despachos presidenciales o de los políticos. La última y más sonada, la del pequeño Nicolás.

Aunque otras marcaron época, como el caso Juan Guerra. Aunque no son los únicos que se hacen de rogar. Uno de los presuntos en este caso, el presidente del Atlético de Madrid, también ha reconocido haberse visto a la primera con el comisario Villarejo.

Y como se trata de una investigación policial, como indica una de las partes, los silencios también llaman la atención. Adalides en la defensa y buenas prácticas de sus funcionarios, como ocurriera con el caso de la actuación de la guardia civil en el caso Tarajal,  los políticos extienden un curioso manto de silencio sobre otros.

Así ocurrió con Jorge Fernández, ministro del Interior, o con su número dos, Ignacio Cosidó, quienes se enrocaron en el mutis o en el “hoy no vamos a hacer declaraciones sobre el caso”, la denuncia del comisario Villarejo, acusado de chantajear al presidente madrileño.

Un no coment de Jorge Fernández que se transforma en el grito contenido de “¡por favor pregúnteme sobre este asunto!” de Cristóbal Montoro, loco de entusiasmo, por ejemplo, para lanzar invectivas sobre Juan Carlos Monedero y su declaración de la renta.

Ahora bien, siendo llamativos los ingresos del número tres de Podemos, no lo es menos que haya quien resulte agraciado por la lotería en innumerables ocasiones -véanse algunos políticos como Fabra o empresarios como Marjaliza- y pasen inadvertidos al ministro recaudador en las inspecciones y en las declaraciones.

Lo dicho, a veces parece que nos quieren tratar como menores de edad.