Cinco pruebas que Podemos debe superar para ganar las elecciones

Tras la celebración del dilatado proceso constituyente de  Podemos como partido político, la elección de Pablo Iglesias por abrumadora mayoría como secretario general de la nueva formación, la aprobación de las ‘resoluciones’ del grupo mayoritario –‘Claro que Podemos’- conformado por el núcleo duro más próximo a Iglesias, y la consolidación de su modelo de gestión del proceso electoral para las próximas elecciones generales, Podemos debe superar aún varias pruebas para configurarse definitivamente como una alternativa de Gobierno ante la crisis del bipartidismo. Como si del pequeño Axterix  se tratase, el joven Pablo Iglesias – hasta ahora un David que peleaba contra Goliat – debe superar las pruebas que la realidad le va a poner en el camino a la Moncloa y sin que, que hasta ahora sepamos,  posea la poción mágica que tanto ayudaba al pequeño galo. Estas son.

 

Primera prueba: ‘Casos Errejón y Tuerka’ ¿Cómo responden a algo que siendo posiblemente legal no está en los parámetros morales que ha defendido Podemos frente a la ‘casta’?

 

Esto será la prueba principal, y la primera prueba de fuego de Iglesias como líder. De momento, la respuesta ha sido muy parecida a la de los partidos tradicionales cuando los pillan ‘en falta’: hay una campaña contra nosotros y cierre automático de filas, con propuesta de plasma en Telecinco. Un clásico. Pero el hecho es que el listón moral lo ha colocado precisamente Iglesias con su discurso y con su lenguaje. Seguramente se confirmará la ‘legalidad’ del contrato y del cobro de las percepciones así como la naturaleza jurídica de la Tuerka y su legalidad fiscal. Pero quedará pendiente saber si cobrar de forma regular un salario de 1.800 euros mensuales por un trabajo realizado, como es evidente, en su tiempo libre, rompe la idea de ajustar, como han defendido en platós y tertulias,  las percepciones de los políticos – y Errejón ya lo es en fondo y forma – como las que Íñigo Errejón ha reconocido cobrar de su formación con otros emolumentos de carácter público – la universidad es una institución pública -. Feo asunto, y prueba, como decíamos, determinante para medir la reacción moral o ética frente a lo legal pero abusivo y para saber si los recién nacidos son distintos de aquellos a los que tanto critican. Lo mismo aplicable a La Tuerka, saber si siendo legal, es moralmente licito utilizar un subterfugio para camuflar las cuentas y no pagar a Hacienda. Muchos empresarios pequeños que apoyan a Podemos se interrogan sobre esto.

 

Segunda prueba: Pasar de la crítica a la propuesta

 

Aunque en España, desde 1982, los procesos electorales con cambio de Gobierno se determinan por la derrota del partido gobernante más que por la ilusión que despierta el partido con aspiraciones, se hace necesario que la fuerza con opciones a gobernar presente un perfil con capacidad para ello. Para eso es imprescindible un liderazgo consolidado – el que Iglesias ya tiene – , un equipo que despierte confianza – está por ver exactamente quiénes son los expertos en cada área de gobierno con opciones a carteras ministeriales – y un programa de gobierno con disposición a despertar si no el entusiasmo si, al menos el beneplácito de la mayoría.

Hasta ahora el liderazgo de Iglesias absorbe toda la identidad de Podemos. Su presencia mediática se centra en un conjunto de discursos y frases que ponen en evidencia lo que la inmensa mayoría piensa. Y por eso despierta la simpatía o el entusiasmo, porque conecta. Las críticas que se le hacen han sido torpes e ínfimas y han contribuido tanto como las declaraciones del líder de Podemos a la simpatía que se tiene hacia él. Es tan obvia la falta de argumentación contra las evidencias que plantea Pablo Iglesias que el recurso al ‘bolivarismo’ o el vínculo con los ‘proetarras’ como respuesta a su discurso afirma la idea de que la ‘casta’ se resiente y responde airada con ataques de distracción sobre el fondo de las cuestiones planteadas por Podemos.

Pero el tiempo de la crítica, tan provechosa socialmente para Podemos, y de espera al desgaste de las fuerzas políticas de lo que ellos llaman el ‘régimen’, no puede cubrir todo el periodo que va desde las elecciones europeas hasta las generales, sobre todo teniendo en cuenta que queda un año en el que por medio hay otro proceso electoral de renovación institucional de municipios, provincias y comunidades autónomas. Al tratarse de un tiempo convulso pero con obligación de definir candidaturas y propuestas, Podemos debe superar la prueba de poner en positivo lo que hasta ahora era un panorama de fulminante crítica contra el sistema, debe dar cuerpo atractivo a la idea de que hay, efectivamente, una oportunidad más allá de lo conocido y sus fatales consecuencias: corrupción, puertas giratorias, paro, emigración, etc. Hasta ahora tan bien señaladas por los ‘podemistas’. Para eso es preciso proponer, concretar, pasar de la crítica a la estrategia constructiva.

Iglesias ha tenido que suspender parte de su programa de entrevistas, porque la realizada en La Sexta con Ana Pastor, ya puso en evidencia las carencias programáticas del líder de Podemos. Si bien es cierto que no se han distinguido ni el PP, PSOE, CiU o PNV por ser explícitos en sus programas – y cuando lo han sido no los han cumplido – la excitación mediática y social que produce la irrupción de Podemos les exige que la confianza trascienda a la fe y se materialice en el respaldo a ideas concretas. Y así se lo van a demandar.

 

Tercera prueba: gestionar la presencia pública y mantener el interés de la gente

 

La entrevista de La Sexta ya citada – o la del día siguiente en la Cadena SER – sirvió  para dejar claro que no basta con salir en televisión para que la gente se vuelque contigo. No es una cuestión de minutos, porque estos a veces se vuelven en contra. Es lo que le ha pasado a los dos partidos gobernantes a lo largo del tiempo, que en ocasiones han optado por el ‘mutis’ para evitar tener que pronunciarse sobre asuntos que no tenían respuesta beneficiosa socialmente para ellos. Rajoy lo ha llevado al paroxismo: ocultándose en un plasma o negando la posibilidad de que le hagan preguntas. Los socialistas que participan activamente en todo tipo de tertulias y espacios de debate, más de una vez hubieran deseado no contar con plaza en la mesa, ya que el fluir del diálogo ha devuelto a la actualidad hechos y sucesos que bien les hubiera gustado omitir.

El caso es que, además, comienza a haber reacciones ante los medios propias de los ‘pillados’ y la luna de miel se puede desvanecer (el programa Un tiempo Nuevo, de Telecinco y el rifirrafe de su inasistencia el pasado sábado)

A Iglesias, bendecido por la comodidad de no tener pasado y de limitarse a hacer visible lo que va mal y el descaro de la forma de gobierno, si no aporta valor al contenido de sus intervenciones puede verse convertido en víctima de la ‘saturación’ que causa su presencia en los medios sin aportar nada que no haya dicho ya una u mil veces y que para todos sea ya tan evidente que no despierte ningún entusiasmo o interés. La novedad que supuso su irrupción puede verse afectada por un proceso de ‘reflujo’ de la simpatía puesto que insistir en lo obvio termina por aburrir tanto como los discursos ya conocidos de los dos grandes. La sobreexposición vivida puede generar un desencuentro con muchos de los simpatizantes que ven en él el martillo de herejes que hacía falta y puede reducirle a ser simplemente eso, un arrebato de enfado en un tiempo sin grandes decisiones políticas que tomar (distancia de las elecciones generales)

 

Cuarta prueba: la prueba de la lupa mediática y la limpieza de los suyos

 

La lupa mediática se fijará ahora en sus colaboradores, tal y como ha ocurrido con Errejón; una a una, se irán investigando biografías y currículos, se pondrán sobre la mesa trayectorias vitales, personales, profesionales y hasta familiares. Al criticar los comportamientos morales de ‘la casta’ como eje de su discurso, Podemos ha abierto la puerta del examen minucioso hacia ellos mismos con la contundencia con que ellos mismos denunciaban a sus adversarios, gobernantes o no. Si ‘la casta’ es inteligente dejarán de insistir en Venezuela o ETA y se sentarán en desgranar vicios y virtudes para darles la vuelta y dejarlos en evidencia. Si no superan esa prueba, serán asimilables, porque lo que les une con la simpatía popular es precisamente su carencia ‘de culpa’ en usos y abusos de este sistema y, por tanto, su cercanía a la normalidad de la gente, lejos del profesionalismo y la impostura que denuncian de los partidos tradicionales.

Las candidaturas municipales y autonómicas serán una gran prueba en forma electoralt, aunque vayan en agrupaciones electorales como Ganemos, pues antes o después, la gente tiene que poner rostro, nombre y apellidos a los nuevos dirigentes del tiempo nuevo. Identificarlos y verlos con la cercanía que exigen las instituciones de proximidad, aquellas más afectadas por la corrupción, será la prueba de que efectivamente sí es posible gobernar y administrar de otra manera. Dice el socialista Pedro Sánchez que si no tienen equipos fiables para las localidades y por eso presentan candidaturas ciudadanas ¿cómo van a gobernar la nación? A eso hay que responder.

 

Quinta prueba: conservar el nivel de expectativa que han generado

 

Es decir, mantener el alto listón de expectativa electoral que tienen asignado por las encuestas durante un largo año que aún resta hasta la celebración de las elecciones. El impulso inicial puede aumentar aún más, ralentizarse o retroceder. La actualidad política es inestable y, por tanto, voluble, cambiable. Y ello afecta también a Iglesias – que por ejemplo no ha vivido una buena semana mediática precisamente justo después de consagrarse su liderazgo –  que además deberá conservar intacto, para conseguir su objetivo, el peso mediático que ha adquirido en este tiempo de atrás. ¿Lo mantendrán las cadenas de televisión en el foco? ¿Ha generado un canal alternativo? ¿Serán suficientes las redes sociales para mantener la cohesión de sus votantes?

Estas pruebas son las que debe superar Pablo Iglesias, líder en toda regla de Podemos, la formación política estrella de esta temporada televisiva.